La casa natalicia de San Vicente Ferrer o el Pouet de los milagros
Tierra Canalla ha estado en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, o mejor dicho, en el edificio ubicado donde antaño estuvo la casa del santo. Se trata de una bella construcción de estilo neogótico inaugurada en 1955 que alberga el famoso Pouet de Sant Vicent al final de la calle del Mar, en Valencia.
Se cuenta que siendo niño Vicent hizo subir el agua del pozo hasta su borde para que un amigo recuperara el zapato que le había caído al fondo. Se trata del Milacre de la Sabateta.
Otro famoso milagro fue el del “mocadoret”. Estando el santo en Valencia hacia el 1385 tuvo un pálpito mientras predicaba en la Plaza del Mercado; vislumbró una familia con urgente necesidad de socorro, lo comunicó al gentío que le escuchaba y lanzando su pañuelo al aire les conminó a seguirlo adonde este fuera para auxiliar a esas pobres personas. El pañuelo se coló por la ventana de una buhardilla donde hallaron a una familia a punto de morir por inanición. Esa casa se encuentra en la Plaza del “Milacre del Mocadoret”, Junto a la Plaza de la Reina.
Se cuenta también que en 1375, en plena hambruna, predijo en Barcelona la llegada de unos barcos cargados de grano que saciaron la necesidad de la ciudad.
De estos milagros y algunos otros como el “Milacre del salser”, según el cual curó de enfermedad mortal del hijo de un comerciante de especias en la calle del Mar número 37 nace la devoción popular que tradicionalmente recorre los altares conmemorativos instalados en algunas calles valencianas en la festividad del santo, en el primer lunes después de Pascua.
En realidad el día del santo era el 5 de mayo, pero el Patriarca San Juan Ribera lo cambió mediante bula papal en el siglo XVI a la octava de Pascua para que nunca dejara de celebrarse el día de Sant Vicent eclipsado por las fiestas pascueras de mayor importancia.
El padre Alcacer, prior de la Casa Natalicia me habla del lugar y de Sant Vicent Ferrer, personaje universal y de aquilatada relevancia histórica.
Hoy en día sería nuestro santo un animal político, una persona carismática, hábil negociador e inteligente pacificador que sin duda dejó su huella en el recuerdo de los pueblos y las personas con las que tuvo trato.
Así queda reflejado en su participación en el Compromiso de Caspe (1412), donde su voto arrastró a los demás a entronar a Fernando de Trastámara en oposición a Jaime de Urgel como rey de la Corona de Aragón, cambiando drásticamente la historia.
Fue también personaje relevante en el Cisma de Occidente, cuando el poder eclesiástico se desangraba en intrigas y coincidieron hasta tres papas que se autoproclamaban legítimos al mismo tiempo y se excomulgaban unos a otros. Benedicto XIII, el nuestro, el papa Luna, fue con quien estuvo mano a mano Sant Vicent hasta que éste forzó su propio retiro harto de reclamar la unidad de la Iglesia y la renovación institucional ante tanta locura.
En el “Sermón de Sant Vicent” se propone su paso por Orihuela cómo agua de mayo, como tornado de la reconciliación y la sanación de entuertos curando enemistades enquistadas entre familias e inflamando de fe renovada a cada uno de sus habitantes.
El padre Alcacer, prior de la Casa Natalicia, me muestra un cuadro de José Vicente Pérez que conservan en la sala de estar, una extraordinaria pintura que recrea la escena de personas agolpadas entorno a la casa demandando agua. El motivo se debe a que en 1854 un brote de cólera se adueñó de Valencia provocando la muerte de cerca de dos mil de personas. Al parecer el agua del pozo de Sant Vicent no estaba contaminada y cuando corrió la voz del milagro la gente se aglutinó a sus puertas para llevarse la saludable agua en cántaros. Ocurrió que ese año el pozo suministró la cantidad de 159.976 cántaros, según se puede leer en la inscripción todavía existente en la casa, el agua se trasportó incluso en ferrocarril hasta otras poblaciones.
A mediados del siglo XIV, la época de Sant Vicent, el pozo se encontraba a pie de calle en un patio al descubierto pero hoy en día es un semisótano de la casa al que se accede bajando unos escalones, la antigua Valencia estaba más baja que ahora en algunas zonas.
La casa se hallaba en el arrabal del “camí del Mar” una zona de creciente expansión entonces, eran las afueras. Hacia el este estaba el puerto fluvial del Turia y no fue hasta 1777 que se construyó al otro lado de la calle del Pouet el Palacio de los condes de Castrillo y de Orgaz, donde ahora está el edificio de Bancaja. El Convento de Predicadores (Dominicos) estaba en la actual Capitanía General, en la llamada rambla de Predicadores, a la cual se accedía por un puente construido para salvar la acequia que separaba ambos terrenos y que era usada por los harineros para moler el grano aprovechando la fuerza del agua con sus molinos.
La casa original ocupaba aproximadamente un tercio de la actual edificación. Tras ser el Hospital de Menaguera pasó a manos de los frailes dominicos quienes la vendieron al gremio de boneters y barreters, los cuales tenían por patrón a Sant Vicent Ferrer, para volver a ser custodiada por los dominicos en 1915.
Unos años después de terminada la Guerra Civil española se intentó restaurar el edificio, que por otra parte tampoco era el original pues había soportado ya una drástica renovación en 1676, pero la inestabilidad de los muros solo permitió salvar algunos elementos, debiendo ser derribado casi en su totalidad. Durante la guerra la casa fue desmantelada y convertida en almacén.
Se conservan sin embargo de fechas anteriores la taza del pozo, una columna de mármol localizada junto al pozo, el extraordinario alicatado del zaguán y algunas pinturas e imágenes. Entre ellas un cuadro de Joaquín Sorolla que se encuentra en la Iglesia de San Esteban, en Valencia, y el retablo pintado por Vicente López que preside la pequeña capilla localizada donde se supone que estuvo la habitación que vio nacer a Sant Vicent.
La cerámica valenciana de la entrada data de 1755 aunque una parte hubo de ser restaurada en 1918 y otra fue añadida más tarde. Las pinturas del alicatado recrean las escenas de los milagros atribuidos al santo dominico y merecen ser visitadas.
En 1975 el pozo dejó de manar agua al ser construido un edificio en la actual plaza de Tetuán que sesgó el ramal que lo drenaba. No obstante los peregrinos y fieles siguen acercándose a la casa en busca del agua bendecida por el santo.
Existe en nuestra tierra y fuera de ella una grande devoción por Sant Vicent. Me cuenta el prior que han peregrinado incluso desde Filipinas para visitar el Pouet y la Casa Natalicia.