En un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, la educación técnico-profesional cobra una relevancia fundamental. La formación en competencias globales y conocimientos especializados se ha convertido en un factor clave para mejorar la empleabilidad de los estudiantes y fortalecer la competitividad de los países. Sin embargo, en América Latina, y particularmente en Colombia, este nivel educativo no ha recibido el impulso necesario en términos socioeconómicos y culturales para consolidarse como una verdadera alternativa estratégica de desarrollo.

La educación técnico-profesional ha sido históricamente un motor de crecimiento en diversas economías a nivel global, permitiendo una vinculación efectiva entre el sistema educativo y el sector productivo. No obstante, en la región aún existen desafíos significativos para potenciar su impacto. Como lo señala P. Harold Castilla Devoz, Rector General de Uniminuto, “el sistema técnico-profesional de educación superior es un tema que cobra cada vez más relevancia en el contexto de un mundo interconectado e interdependiente, donde el conocimiento y las competencias globales son clave para la competitividad, atractividad y empleabilidad de nuestros estudiantes y profesionales.”

Desafíos y oportunidades en un mundo globalizado

En el contexto internacional, diversas naciones han desarrollado estrategias exitosas para fortalecer la educación técnica y tecnológica. Alemania, Canadá y Australia han apostado por la implementación de modelos que combinan educación y empleo, permitiendo a los estudiantes adquirir experiencia laboral y facilitar su inserción en el mercado global. En particular, la formación dual en Alemania y Francia ha sido ampliamente reconocida por su capacidad para ofrecer programas prácticos, cortos y con un impacto laboral inmediato.

Colombia puede extraer importantes lecciones de estas experiencias para consolidar un sistema de formación técnica alineado con estándares internacionales y conectado con las necesidades del sector productivo. La internacionalización de este tipo de formación, tradicionalmente reservada para niveles universitarios y posgraduales, representa una gran oportunidad para ampliar el horizonte de los egresados y mejorar su movilidad laboral. En este sentido, Raquel Bernal, rectora de la Universidad de los Andes, destaca que «este vacío puede ser aprovechado mediante programas de formación que no se limiten a carreras universitarias tradicionales» (cfr. Revista Semana).

La necesidad de una educación flexible y accesible

Para fortalecer el sistema técnico-profesional en Colombia, es crucial apostar por modelos de educación más accesibles, flexibles y digitales, que permitan la continuidad educativa desde la educación media hasta niveles de pregrado y posgrado. La integración de cadenas de formación y el reconocimiento de aprendizajes previos facilitarían una mayor adaptación a las necesidades de los estudiantes y del sector empresarial. Como lo menciona Castilla Devoz, es fundamental “dinamizar este nivel de formación para responder a las necesidades del 28% de los jóvenes colombianos que ni estudian ni trabajan”.

El futuro de la educación técnico-profesional en Colombia requiere una visión estratégica que combine experiencias exitosas a nivel global con un enfoque adaptado a las particularidades del país. Es el momento de repensar este modelo educativo desde una perspectiva tanto local como internacional, garantizando su pertinencia, accesibilidad y contribución al desarrollo económico y social del país.