Los primeros indicios de población en el valle del Guadalmez en Ciudad Real, datan de la Edad del Bronce, en torno a unos 1000 años a.C., pues de ese momento parecen ser las pinturas rupestres que decoran sus sierras y varias estelas funerarias, halladas junto al río, del tipo extremeño y clara influencia tartésica, que los especialistas encuadran entre finales del siglo IX y comienzos del siglo VIII a.C.
Debido a la riqueza minera de la comarca, el valle no sólo estuvo bajo la influencia de Tartesos, sino que también romanos y visigodos habitaron sus tierras, como queda patente en las antiguas ruinas que se levantan en el lugar conocido en la actualidad como «Los Balasanes» y en los restos de la “villae” de La Tejera.
Pero no será hasta la época musulmana cuando de nuevo volvamos a constatar la presencia humana en el valle. A esta etapa corresponde el yacimiento de «La Calera», en la ladera del cerro Abulagar, donde se encontró un cuenco con decoración epigráfica que repetía el vocablo Al Malik (El Rey), de clara pertenencia a las manufacturas reales del período de Medina Azahara, es decir, del siglo X. Con el inicio de la conquista cristiana de la comarca, el río Guadalmez se convierte en frontera entre los territorios cristiano y musulmán, siendo la época en la que se construye el castillo de Aznaharón, en el paso de Toledo a Córdoba y los castillos de Vioque, Chillón, Madroñiz, Santa Eufemia, Mochuelos, etc.
Conquistada definitivamente la zona por Fernando III hacia 1227, y tras la toma de la ciudad de Córdoba, estas tierras pasarán a formar parte del Concejo cordobés, aunque varios serán sus dueños hasta que en 1370 sean compradas por Diego Fernández de Córdoba a Sancho de Castilla, hermano de Enrique II, por 6.000 doblas de oro.
En 1375 quedará constituido sobre ellas el Mayorazgo de los Alcaides de los Donceles (de la familia de los Fernández de Córdoba), y en torno a esa época, la población, que antes se encontraba encastillada en Aznaharón, bajará al valle y levantará un pequeño asentamiento, Las Casas de Domingo Estevan, que con el tiempo pasará a denominarse Aldea de Guadarmes, apareciendo con tal denominación en un documento de septiembre de 1452, y quedando unida a la villa de Chillón, su matriz.
En 1516, Don Diego Fernández de Córdoba y Arellano, I Marqués de Comares y Alcaide de los Donceles, entregará a los habitantes de la aldea la Carta de Censo Enfitéutico, auténtico fuero agrario, a través de la cual donará la Vega de Valdesapos y demás quintos unidos a ella, para siempre jamás, a los moradores del lugar habidos y por haber, a cambio de una renta anual de 30.000 maravedís.
Entre los guadalmiseños, que animados con la conquista del continente americano, se atrevan a cruzar el Atlántico, habría que mencionar la gesta de Juan García de la Hinojosa, quien un 25 de septiembre de 1513, acompañará a Vasco Núñez de Balboa en el descubrimiento del Océano Pacífico.
Tras la muerte sin descendencia del último Marqués de Comares, Guadalmez pasará a manos de los Duques de Medinaceli, quienes en 1799 venderán su señorío de Chillón a la Corona. Y en 1833, la aldea, que hasta esa época había pertenecido al antiguo Reino de Córdoba, será encuadrada dentro de la nueva provincia de Ciudad Real y de su Obispado.
Por fin, y tras ser abortadas varias iniciativas separatistas, iniciadas en 1869, la Aldea conseguirá segregarse de la villa de Chillón en 1927, constituyéndose desde entonces en municipio independiente en la provincia de Ciudad Real.
F: Marca Guadalmez</strong