El grafeno es ese material, con tantas cualidades, que hace pensar que se convierta en indispensable en la construcción de la futura civilización, tal como en su momento lo fueron el silicio o el cobre.
Es el mejor conductor de calor de todos los materiales conocidos, y en cuanto a la conducción de la electricidad, es superior al cobre y al silicio.
Formado por una capa de átomos un millón más fina que un cabello humano, es a su vez 200 veces más resistente que el acero.
Es un material con propiedades extraordinarias, pero tiene un problema: se produce a través de disolventes tóxicos.
Por ello, investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, liderados por Ester Vázquez, proponen un nuevo método para la producción del grafeno sin la utilización de disolventes tóxicos, como parte del programa de investigación del proyecto Graphene Flagship que subvenciona la Unión Europea, y que dedicará 10 años y 1.000 millones de euros al estudio del grafeno.
Este grupo de investigadores, en colaboración con más instituciones nacionales e internacionales, analizarán las consecuencias del contacto del grafenocon plantas y animales a largo plazo, a través de los necesarios cultivos celulares.
La investigadora Ester Vázquez, refiriéndose a los métodos que se utilizan hoy en día para la producción del grafeno, comenta: “En los métodos de preparación de grafeno que existen ahora, hay uno muy barato que emplea los ultrasonidos para exfoliar grafito en disolvente, pero ese método requiere disolventes tóxicos”.
El grafeno queda contaminado en ese proceso de producción y genera residuos peligrosos, por lo que no se puede utilizar en aplicaciones biomédicas.
El equipo de investigadores de la Universidad, con el que colaboran instituciones italianas y españolas, han propuesto un nuevo método, no contaminante, de producción del grafeno, que han publicado en la revista Green Chemistry.
Con este método, se introducen en un “molino de bolas” dos materiales en estado sólido, grafito y azúcar, y se obtiene grafeno con posibilidades de ser utilizado en aplicaciones biomédicas. Añadiendo pequeñas cantidades de agua al molino se forman cocristales de grafeno y glucosa, que permitirán alojar al grafeno de forma segura en agua y cultivos, necesario para que se puedan producir fármacos de liberación retardada para introducir en el cuerpo humano.
Vázquez comenta que, en el laboratorio no necesitan cantidades enormes de grafeno, por lo que es suficiente con el “molino de bolas”, que se utiliza de forma habitual por las empresas, pero del que debería escalarse su producción para que llegue a la red industrial. De hecho, el Grupo Antolín, de Burgos, empresa puntera en desarrollos tecnológicos, ya está trabajando en el tema con la Universidad.
DIA lanza una crema barata con células madre para batir a Mercadona y Lidl