«Los de ahora ya no somos los de entonces». Pablo Neruda
Dos millones de personas visitan Madrid en lo que será la mayor fiesta reivindicativa de la diversidad sexual de toda la historia.
Multitud de actos, de banderas y gentes colorearán la ciudad. Pero este hito, viene precedido de un largo prólogo basado en la lucha por el progreso desde distintos ámbitos. Ahora muchos se suben a esa carroza que ven con naturalidad, pero la que vemos como un derecho legítimo, fue en otros tiempos, una constante de represiones y de problemas de no poco calado. En 1977 se produjo una primera manifestación en Barcelona con cuatro mil personas pidiendo algo tan –ahora- natural como el reconocimiento de la diversidad. Varias personas resultaron heridas y hubo decenas de detenidos.
A nivel nacional, lo plasmó el diario El País, un periódico de jóvenes progresistas que un año antes habían iniciado una aventura por la libertad de expresión.
Liderados por un Juan Luis Cebrian de apenas 30 años, El País se hacía eco en sus páginas del inicio de algo llamado a ser aceptado con naturalidad, a cambiar el sepia de aquella España por una con derechos multicolores. La mecha ya estaba encendida.
Un año después, en 1978, se legalizó la primera manifestación del Orgullo Gay. Ese mismo año, El País, que continuaba siendo vilipendiado e insultado por los sectores más reaccionarios, no se amilanó y apoyó al ya recién nacido Movimiento Gay.
Unos meses después de hacerse eco de esa noticia, de esa expresión reivindicativa, El País sufría en su sede un atentado con una bomba que acabó con la vida de uno de sus trabajadores y con varios heridos.
Un día después, se aprobó la Constitución Española esa que se modificaría en 2005 para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Pero nada iba a frenar, ni frenará la pasión por el reconocimiento de los derechos sociales. Desde sus rotativas continuó esta aventura por la libertad de expresión y por ese progreso que ahora se ve con naturalidad.
Foto: Barcelo.com
En 1979 se eliminaron varios artículos de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, entre ellos los que hacían referencia a los “actos de homosexualidad”.
A partir de ese momento, la lucha se centrará en acabar con el otro instrumento gubernamental de represión contra gays y transexuales: el delito de escándalo público.
Vale la pena recordar a los pioneros de esas luchas, a los altavoces de lo que tendría que ser algo normal, lo que ha costado que hoy Madrid se convierta en la capital del mundo y que esa lucha reivindicativa continúe también desde la libertad de expresión y las páginas de El País.
Han pasado más de 30 años y, «matando» al poeta, podemos afirmar que los de entonces siguen siendo los mismos, los que buscan sin dudarlo hacerse eco del camino que hay que continuar para que la sociedad española pueda enarbolar la bandera del progreso. Quedan todavía kilómetros y en ello continúan, los de ahora.
World Pride: los de ahora siguen siendo los de entonces